Nos vamos al Prado y elegimos una gran obra pero, pienso, que poco conocida:
El Pasmo. o Caída en el camino del Calvario.
Autor, Rafael Sanzio.
El nombre le viene dado por su lugar de origen, pues fue realizada para la iglesia del convento de Santa Maria dello Spasimo de Palermo, allá por el año 1515.
La obra en su origen era una pintura sobre tabla, para un altar. Fue adquirida por Felipe IV para el Alcázar. Expoliada por los franceses, junto con otras obras. Por los deterioros sufridos en el traslado, la pintura fue pasada de la tabla al lienzo. Devuelta en 1822. En su estado actual, luce espléndida tras la última restauración del Profesor Rafael Alonso para incorporarla a la exposición "El último Rafael" en 2012
Es una composición muy centrada. Para comprobarlo, trazamos una línea uniendo manos. Podemos partir del brazo y mano del Cirineo, continuar por la mano de Jesús asida a la cruz y su otra mano sobre la piedra, continuamos con las manos de María Salomé y María Cleofás.
El resultado es este:
La escena principal del cuadro. La caída de Jesús y la desesperación de la Madre, que extiende sus manos para ayudarle e intentar recogerlo.
Esa escena queda enmarcada por un cuadrado, en el que ya se incluyen todos los personajes. Entre ellos, a la derecha, aparece un jinete con una orden y que nos señala la escena principal. Este tipo de composiciones centradas son características del Renacimiento. Igualmente, el paisaje del fondo es el típico paisaje de la Umbría italiana.
Tras analizar la composición podemos pasar a analizar otros elementos.
Del color, ¿que podemos decir? Muy poco, pues no podemos olvidar que en el manejo del color, Rafael de Urbino se lleva la palma. Es fácilmente comprobable en cualquiera de sus cuadros. En éste emplea una amplia paleta y de manera admirable. En los personajes principales. Jesús y María, utiliza los colores fríos, aumentan la sensación de angustia y sufrimiento.
Con relación a las encarnaciones, basta con que nos fijemos en los verdugos de la parte izquierda y podemos observar la fuerza a través de los volúmenes musculares. Por el contrario en la parte derecha, el color da a las figuras femeninas delicadeza y ternura.
Finalizamos diciendo que es también muy renacentista la mezcla de personajes, unos ataviados con vestimentas contemporáneas con la escena que se narra, otros con ropas del siglo XVI.
Esta obra, a lo largo de sus 500 años de vida, ha pasado por numerosos avatares, algunos considerados como milagrosos. Existe una leyenda de que en su primer traslado desde Roma a Palermo, en el 1516, sufrió un naufragio, del que se salvó milagrosamente. También, casi milagroso, se puede considerar que escapase del incendio sufrido en la noche del 24 al 25 de diciembre de 1734 del Real Alcázar de Madrid.
Hay que añadir que en el expolio francés y el traslado de la obra de la tabla original al lienzo, sufrió desperfectos y retoques. Tantos y hasta tal punto que se ha dudado durante mucho tiempo de la autoría o al menos se ha pensado en una amplia colaboración de discípulos de Rafael. Lo cierto es que El Pasmo es obra firmada.
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