lunes, 2 de diciembre de 2013

CATEDRAL DE JAÉN. PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD

Historia
Tras la batalla de las Navas de Tolosa en 1212, hubo varios intentos para reconquistar la ciudad, pero no sería hasta 1246, gracias a un pacto de vasallaje,  cuando se logró.
Tras la reconquista, la mezquita musulmana se consagró como iglesia cristiana, como ya había ocurrido en otras plazas.. El obispo don Nicolás de Biedma (1368-1383)  fue quien decidió  la construcción de una nueva catedral gótica.

De cómo era el templo, dejó referencia escrita el deán Martínez de Mazas: “…era de cinco naves, la mayor de 27 pies de latitud y cada una de las otras de 18 y toda la longitud era de 185 y su latitud de 116, que tenía 16 capillas entre grandes y pequeñas y que el crucero era un ochavo, obra de algún primor en la forma, pero no en la materia, pues era de hieso…”

La pobreza de los materiales, y los asedios sufridos por las huestes granadinas hizo necesarias numerosas reformas, hasta que en 1509, diecisiete años después de la toma de Granada, el obispo constructor don Alonso Suarez de la Fuente del Sauce decide reconstruir una nueva Capilla Mayor. Para ello, derrumba la cabecera, respetando el muro principal, que aún se conserva y donde todavía se observa la decoración vegetal gótica.
Escultura de Andrés de Vandelvira. Exterior cabecera. Al pie de las pilastras , franja con decoración vegetal gótica

En esta primera etapa el maestro cantero fue Pedro López y se tienen referencias de Enrique Egas, como asesor y tasador de la obra.
Pero, sin duda, el gran impulsor de las nuevas obras fue el santistebeño Esteban Gabriel Merino, obispo de Jaén entre 1523 y 1535, y bajo cuyo obispado se contrató a Pedro de Vandelvira, quien en 1534 proyectó la obra y comenzó los primeros trabajos. Es a su hijo Andrés de Vandelvira, a quien se debe considerar como el gran maestro de la catedral de Jaén
A él se deben planos, elementos constructivos y distribución de la obra. Parámetros que tras su muerte se respetaran prácticamente hasta el final.

Para la construcción de la nueva obra que se iniciaría por el costado sur de la cabecera, era necesario derribar la torre llamada de Alcotán que estaba adosada a la antigua edificación. Fue necesario acudir al emperador, que concedió permiso por cédula despachada en Valladolid el 23 de mayo de 1555.
Esta zona, que incluye la sala capitular, la sacristía, la portada sur y la balconada que la corona, será la que mejor  muestra el estilo de Vandelvira y se convertirá en el modelo a seguir por los sucesivos maestros que dirigieron las obras.

Sacristía de la catedral.

El primero de ellos fue Alonso Barba, quien se hizo cargo del proyecto a la muerte de Andrés de Vandelvira en 1575.
En 1634 el obispo Baltasar Moscoso y Sandoval encarga la dirección de la obra a Juan de Aranda, responsable de las capillas del lado del evangelio y la gran cúpula concebida por Vandelvira.
A Juan de Aranda le sucede Pedro del Portillo y en 1660 se consagra y se dedica al culto toda la cabecera y el crucero, mientras el resto se sigue demoliendo y reconstruyendo. Eufrasio López de Rojas será el artífice de la bellísima portada principal y sus torres que serán acabadas por sus discípulos.
En la segunda mitad del XVIII  Ventura Rodríguez traza la iglesia del Sagrario y posiblemente restaura la portada norte dañada por el terremoto de Lisboa. Todo en consonancia con la zona sur levantada en el XVI.


Notas diferenciadoras de Vandelvira

La catedral de Jaén es un conjunto armónico iniciado en pleno renacimiento purista  y que irá recibiendo aportes de los nuevos estilos como el barroco, e incluso el neoclásico, eso si, siempre siguiendo las trazas propuestas por el maestro Vandelvira.
Cuando se inicia la catedral de Jaén el Renacimiento Plateresco ha llegado a su fin. En Andalucía Siloé, Vandelvira, Hernán Ruiz y Machuca, serán los maestros del Renacimiento Purista.

Andrés de Vandelvira, que trabajó bajo la protección de don Francisco de los Cobos, secretario del Emperador Carlos, beberá en lo artístico de grandes maestros de la época. La influencia de Siloé estará siempre presente. No podemos olvidar que gracias a él se hará cargo de las obras de El Salvador de Úbeda, que será el primer paso para las numerosas obras que dejará en la provincia. 
El Salvador. 
Las cariátides y telamones que aparecen en muchas de sus obras, posiblemente las elige de los temas utilizados por su mano derecha en lo decorativo Esteban Jamete.

Detalle Ayuntamiento de Úbeda

Todos los maestros de la época se aportan mutuamente sus conocimientos. Incluso se reúnen para decidir en muchos casos soluciones a algunos edificios, como el caso de la catedral de Málaga,  pero indudablemente el sello de Andrés de Vandelvira quedará patente en la catedral y en toda la provincia jiennense gracias a elementos propios como:

La bóveda baída.
  
Interior catedral de Jaén
                  

Las ventanas trigeminadas o serlianas.

Ventana Ayuntamiento de Baeza. Atribuida.

Los ajimeces o ventanas en esquina.

 Úbeda. Palacio Vela de los Cobos. Vandelvira

Los remates ochavados de las torres.

Villacarrillo. Torre de la Asunción. Vandelvira

Torre de la catedral.Miguel de Quesada

        
La planta de la catedral jiennense
La planta de la catedral es de salón o basilical, con testero plano en el que se abren tres capillas, la central más grande, dedicada a la Asunción.

             
 Consta de tres naves más dos de capillas laterales sobre las que descansan dos galerías altas. La del norte, a la que se accede por una bella escalera tiene sobre la portada una bellísima galería en ángulo. Todo obra de nuestro maestro. Esta galería es museo catedralicio y espacio Deán Martínez de Mazas, dedicado a exposiciones temporales.

Escalera subida a la galería sur. Vandelvira

Galería sobre la portada sur. Vandelvira
En el plano se observa como sobresalen al exterior, en la cabecera,  dos cuerpos. En la parte norte,  el de la sacristía y sala capitular; lo auténticamente vandelviresco y que servirá de programa para toda la construcción. En la parte sur, la Iglesia del Sagrario, último elemento adosado de estilo neoclásico, pero muy en consonancia con el resto. Trazada por Ventura Rodríguez y realizada por el sobrino Manuel Martín Rodríguez.

Presbiterio y capilla principal de la cabecera
Soportes
Los elementos de soporte son pilares cuadrangulares con medias columnas adosadas de fuste estriado y capitel compuesto. Sobre estos capiteles, dobles cimacios de cruz griega separados por amplias molduras, de los que arrancan los arcos que conforman las bóvedas. Estos cimacios aparecerán en otras catedrales andaluzas como la de Granada y la de Málaga. Se puede considerar una aportación del maestro Siloé para emular la esbeltez del gótico y realzar los arcos que conforman las bóvedas

Cubiertas
El elemento dominante en las cubiertas de la catedral son las bóvedas baídas, que se pueden considerar como elemento característico del renacimiento andaluz, gracias a Andrés de Vandelvira, que no las inventa, pues ya existían, pero si podemos decir que se convierten en la firma del artista en todos sus monumentos. En el crucero aparece la cúpula de Juan de Aranda, con linterna y ocho ventanales en su base que le dan gran luminosidad y realce. Esta cúpula tiene de base un anillo o tambor de 12,5 metros de diámetro, con decoración de cabezas de pilastras y guirnaldas que descansa sobre pechinas con decoración vegetal y las figuras de San Miguel, San Eufrasio, Santa Catalina y Santiago.

Bóveda de Aranda
Exteriores
Se puede acceder al interior por tres portadas.
Portada sur o de la Asunción. Obra de Vandelvira. Siglo XVI.
Portada norte o de la Inmaculada. Obra de Juan de Aranda. Siglo XVII.
Portada principal diseñada por Eufrasio López de Rojas y terminada por su discípulo Blas Antonio Delgado en 1688. Está enmarcada por dos bellas torres gemelas acabadas en el siglo XVIII por Miguel de Quesada. Se considera como una de las portadas más bellas del estilo barroco.
La Catedral esta rodeada por una lonja constituida por pilastras coronadas de pináculos y flameros que soportan las rejas de hierro. El diseño fue realizado por Manuel Martín Rodríguez. 

Fachada principal o de los pies. Eufrasio López de Rojas




Catedral de Jaén. Patrimonio. Razones

La designación de la Catedral de Jaén, servirá para colocar a esta tierra, como ya hiciera Vandelvira en su momento, en el lugar que le corresponde dentro del Renacimiento del sur.

La Catedral de Jaén es el mejor ejemplo de un conjunto  en el que se armonizan sin disonancias, todas las notas de estilos variados a lo largo de dos siglos: Renacimiento purista, renacimiento manierista, barroco, churrigueresco y neoclásico.

Será el complemento perfecto para nuestras ciudades de Úbeda y Baeza, ya Patrimonio de la Humanidad, pues es incorporar la joya principal, a la corona ya existente.
Un paseo por sus interiores y exteriores, nos sirve de lección magistral y nos ayuda a conocer la evolución de los estilos en la arquitectura.
En su momento ya influyó, y de manera decisiva, en la arquitectura colonial y allí pervive. Aquí, permanecerá perenne navegando para la posteridad en el más bello mar de olivos del mundo.




Panorámica desde Santa Catalina

                                                                                              

Bibliografía:
- Conceptos Fundamentales en la Historia del Arte. Enrique Wolfflin. Espasa - Calpe.
- Andrés de Vandelvira Arquitecto. Fernando Chueca Goitia. Instituto de Estudios Giennenses.
- Catálogo Exposición Vandelvira, Renacimiento del Sur. 500 aniversario

Enlaces de apoyo:





sábado, 27 de julio de 2013

RETABLO DE PENTECOSTÉS. ICONOGRAFÍA DE SANTA MARÍA. Segunda Parte

RETABLO  DE  PENTECOSTÉS
Historia

En el siglo XVI se amplía la iglesia de Santa María, en tiempos del obispo don Francisco Delgado López, y se incorpora un retablo al ábside principal. Si la fecha es correcta, este retablo tuvo que sufrir grandes cambios a finales del XVII, por la construcción del camarín y quedaría estructurado como embocadura del mismo. 

         
 Estaba formado por una calle central, dos laterales, y una coronación o ático.

La central, como gran arco de triunfo abocinado con decoración de medallones encadenados y  decoración vegetal. En las enjutas del arco cabezas de ángeles.

Las calles laterales son mucho más estrechas con dos casetones o encasamientos alargados, decorados con imágenes. Aparecía  una especie de polsera o polvera baja con decoración vegetal y en su base se incorporaban dos nuevos casetones con figuras, que hacían un total de seis.

La coronación o ático era un gran semicírculo, culminado en el punto más alto por una figura del Padre Eterno.
En 1936 se perdió toda la iconografía excepto la figura del Padre Eterno y dos cabezas de ángeles aladas. Sin embargo, sí se conservó casi la totalidad de la estructura arquitectónica del retablo.

Por todo ello, y hasta la década de los 70 podemos hablar de un retablo muy pobre, al que en tres décadas sólo se le adosan dos imágenes policromadas (un Sagrado Corazón y un San José) en los dos casetones bajos de las calles laterales.


Será ya entrada la década de los 70, cuando, con motivo de la solicitud al Patrimonio Nacional, para que fuese declarado el conjunto arquitectónico Monumento Histórico Artístico, el entonces alcalde y Hermano Mayor de la Cofradía, Marcial Medina Berzosa, ordenó la limpieza del encalado existente en todo el edificio y encargó al joven Casto Sirvent Maza, carpintero local, la restauración y estructuración del retablo.

Se le agregarán dos casetones como arranque de una nueva calle y a su lado dos cuadros con pinturas relativas a San Esteban procedentes de la parroquia. También una cornisa con modillones que desempeña el papel de banco,  sustituyendo al antiguo altar que ya no era necesario por el cambio del rito litúrgico tras el Concilio Vaticano II.  El lugar que ocupaban primitivamente las figuras, fue ocupado por candelabros.

El 27 de enero de 1978 la iglesia de Santa María del Collado fue declarada Monumento Histórico Artístico.


La Muy Antigua, Ilustre y Real Cofradía de la Santísima Virgen del Collado Coronada, se ha preocupado por cuidar, mejorar y atender el patrimonio de la misma. Ha sido su actual junta directiva quien más empeño han puesto en la restauración del retablo.

Todo se inició, tras la Coronación Canónica de la Virgen del Collado el 16 de julio de 2006.
  
Ya se veía la necesidad de restauración de la estructura arquitectónica, que empeoraba por momentos, por lo que se empezó a pedir consejos y opiniones y se decidió buscar ayudas para embarcarse en el proyecto.

En una visita que hizo a Santisteban en 2007 Antonio Garrido Moraga(D.E.P.), filólogo, ex teniente alcalde de cultura de Málaga y reconocido cofrade, visitó la iglesia de Santa María y aconsejó la necesidad de mejorar el retablo. Habló del escultor Jesús López García, Suso de Marcos, gallego, afincado en Málaga, muy conocido y  autor de numerosas obras. Se puede mencionar el Cristo del Perdón de la Cofradía malagueña, conocida popularmente como Dolores del Puente

Siguiendo los consejos del señor Moraga, que curiosamente sería pregonero de las fiestas de Pentecostés de 2013, se establecieron los primeros contactos con Suso de Marcos. Finalmente, sería él quien se hiciese cargo de realizar la decoración escultórica del retablo. De  la mejora y ampliación del marco arquitectónico, se encargaría Casto Sirvent Maza, que ya había trabajado en su restauración en los años 70.  La restauración del retablo ha sido posible gracias también a la colaboración de Fundación Unicaja y Fundación Caja Rural de Jaén.

Se acordó que siendo la Virgen el motivo central y Pentecostés la fiesta litúrgica en torno a la cual gira todo, lo mejor sería que el retablo debía hacer máxima referencia a esta festividad. Suso de Marcos se ofreció a recrear el momento y, desde mi punto de vista, creó que lo logró. El día 20 de abril de 2013,  se procedió a  bendecir la restauración  del retablo del altar mayor de la Iglesia de Santa María del Collado.


           Estructura actual del retablo

Al ser las figuras del Padre Eterno y unas cabezas de angelotes alados, que han quedado situados por encima de Pedro y Pablo, las únicas imágenes que se conservan del primitivo retablo, Suso de Marcos ha tenido que ajustar la policromía del apostolado a estas figuras y, con su maestría, ha sabido crear una gran obra.

Coronación o ático
En la coronación del retablo y como eje central de la misma aparece La Santísima Trinidad.



El Padre Eterno representado de medio cuerpo, en alto relieve, como Pantocrátor, bendiciendo con una mano, y la otra apoyada sobre una esfera que representa el firmamento. Bajo El, el Hijo crucificado en el casetón central, y a los lados dos casetones vacíos que reclaman pronta ocupación. En la clave del arco triunfal la Paloma, Espíritu Santo, tallada por Suso de Marcos.

La figura del Padre Eterno está atribuida al maestro del siglo XVI Sebastián Solís. Iconografía semejante aparece en retablos del mismo autor, como el de Cambil o el de la Catedral de Jaén. Esta figura formó parte de la Magna Exposición Diocesana “En la Tierra del Santo Rostro”, en 2001.

                                           
A los laterales del gran arco de triunfo, el maestro Sirvent completa la calle iniciada en los años setenta y agrega una nueva con dos casetones. El retablo queda así conformado con seis estrechos casetones y una tabla pictórica con la iconografía de San Esteban, a cada lado del gran arco central.

Lado izquierdo o del Evangelio. Pedro, Juan y Tomás (arriba). Mateo, Santiago el menor y Simón (abajo). La tabla pictórica hace referencia a la lapidación de San Esteban.


Lado derecho o de la Epístola. Pablo, Andrés y Bartolomé (arriba). Felipe, Santiago el mayor y Judas Tadeo (abajo). La tabla hace referencia a la predicación de San Esteban.


                                                   El color
Suso de Marcos, como ya se ha mencionado, utiliza el color obligado por la policromía del  Padre Eterno de Sebastián Solís, pero procurando que la policromía no esconda la belleza de las tallas, sino que realce el significado de las figuras.

Las ropas de Pedro, Santiago el mayor y Bartolomé están policromadas con suaves tonos fríos. El artista ha querido representarlos como figuras serenas, tranquilas.


Pedro no aparece en el retablo como la figura enérgica del Discípulo de Jesús, sino más bien como portador de la serenidad y dulzura del primer Papa de la Iglesia, con su símbolo característico de las llaves.

Santiago tampoco está representado ni como “hijo del trueno”  (boanergués), como le llamó Jesús, ni como el Santiago “Matamoros”, de la reconquista española. Está representado como un peregrino, con las conchas y el bastón con la calabaza.

Bartolomé está representado, como es costumbre, portando en su mano el cuchillo de su propio martirio, pero también muestra el sosiego que de él destacaba el beato Santiago de la Vorágine, que decía de él: “se mantuvo ajeno al amor de las cosas en este mundo, vivió pendiente de los amores celestiales y toda su vida permaneció apoyado en la gracia y auxilio divino, no sosteniéndose en sus propios méritos sino sobre la ayuda de Dios”.                                                             


                        
Pablo y Juan, por el contrario, están policromados con predominio de tonos cálidos y con pliegues más movidos y acentuados, claras expresiones de  fuerza y energía.


Pablo, sin haber pertenecido al círculo inicial de los Doce Apóstoles, y recorriendo caminos jalonados de incomprensiones y adversidades se constituyó en el motor de construcción y expansión del cristianismo en el Imperio romano. No está representado como el filósofo helénico, que es lo más habitual. Aquí se representa como el guerrero, con el símbolo de la espada. La iglesia lo ha elegido como uno de los doce, en sustitución de Matías, que fue en realidad quien ocupó el puesto de Judas Iscariote.


Juan, el discípulo a quien Jesús amaba, que cuido de María por encargo del Maestro, esta representado con el cáliz que expresa pasión y amor sin límites.

                                                 La factura
Los paños y pliegues, se configuran de manera dinámica a base de planos y aristas que se atemperan con la policromía. Una de las características, por las que podemos reconocer la obra de Suso, son esos paños  en vuelos imposibles que se recogen y fraccionan en ondas más pequeñas con caídas ilusorias.



                                             Simón, representado con la sierra,  posiblemente como alusión a su radicalismo zelote.









Judas, el de los tres nombres: Judas, Tadeo y Lebbeo, representado con la maza de su martirio.



Mateo, representado con el libro y la pluma, en clara referencia a su papel de primer evangelista.



                                                     La actitud
A través de los símbolos y las actitudes, también ha querido el artista plasmar los estados de ánimo. Santiago el menor con la maza del batanero, expresa la fuerza y la energía del llamado hermano del Señor y primer obispo de Jerusalén.


Tomás, con el puño bajo la barbilla, expresa de forma maravillosa esa actitud de duda que el propio apóstol planteo ante la resurrección.
                                    
                                                                                                  


Andrés abrazado a la cruz, su símbolo. El apóstol amarrado, en Patrás, sobre una cruz en forma de aspa y que allí estuvo padeciendo durante tres días, sus tres últimos días que aprovecho incluso para predicar a los que se le acercaban. Su rostro representa la resignación.   

                                                  


Felipe está representado como aquel al que Jesús le dijo “sígueme” o aquel que le dijo a Jesús: «Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno tome un poco» y Jesús le respondió que obedeciera. Es decir su actitud es la obediencia.