Hoy día que el maldito coronavirus nos obliga al aislamiento, no hay nada mejor que dedicarle una entrada a los primeros eremitas. Ellos, de manera voluntaria, se alejan del mundo con finalidades muy variadas. La principal, la ascética y espiritual, a la que me voy a referir en esta entrada.
También hubo eremitas con carácter terapéutico entre el pueblo judío, e incluso por carácter social o político.
Nuestros dos primeros eremitas vivieron en los siglo III y IV, El primero (228-342), muere a los 114 años y el segundo (251-356), con 105. Su vida está narrada en la Leyenda Dorada de Jacopo de la Vorágine y nos cuenta cómo san Antonio Abad, por medio de un sueño, recibe la orden de ir en busca de Pablo de Tebas y llevarle la túnica que le entregara el obispo Atanasio, con la cual sería enterrado.
Velázquez en su obra San Pablo y San Antonio ermitaños del Museo del Prado nos cuenta muy bien la historia de estos primeros eremitas.
Velázquez en su obra San Pablo y San Antonio ermitaños del Museo del Prado nos cuenta muy bien la historia de estos primeros eremitas.
La composición de esta obra podríamos considerarla de carácter seriado, pues nos narra la historia de los dos ermitas con un tema principal, y cuatro más de carácter secundario. Es una obra de gran tamaño, mide 261 cms de alto por 192,5 de ancho.
Las escenas se desarrollan en un paisaje de sierra, posiblemente Guadarrama, el típico paisaje velazqueño. En este paisaje predominan los colores fríos en el fondo, que dan sensación de espiritualidad, Más cálidos en la escena principal, es el calor de la oración y la amistad. En esta escena principal aparecen los dos eremitas, san Pablo con túnica clara y san Antón con hábito marrón y capa negra de los hospitalarios de san Antonio. En esta escena se puede ver a san Pablo dando gracias y a san Antonio sorprendido de que el cuervo aparezca con una hogaza de pan.
En el cuadro se pueden ver cuatro escenas más. En dos de ellas, representadas al fondo, san Antonio Abad, pregunta por el camino a seguir a un fauno primero y después a un sátiro. En una tercera, san Antonio llama a la puerta de la cueva de san Pablo.
En la última escena aparecen san Pablo muerto, san Antonio rezando por él y dos leones, que son los encargados de cavar la tumba.
Estas dos figuras han sido representadas innumerables veces. A Pablo de Tebas, como modelo de oración y paciencia.
San Pablo. José de Ribera |
San Pablo. Mattia Preti. Museo Cataluña |
Ha sido muy representado por todos los artistas y de todas las épocas, sufriendo numerosas tentaciones sobre la lujuria, poder y riqueza.
El Bosco. Museo del Prado |
Teniers. Museo del Prado |
Dali. Museo del autor en Figueras |
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