domingo, 28 de octubre de 2012

LAS PINTURAS DE PEDRO RAXIS EN LA IGLESIA DE VILLACARRILLO

Pedro Raxis
Nace en Alcalá la Real  en 1555, formando parte de una familia de artistas de origen sardo, pues su abuelo paterno Pedro Raxis, "El viejo", era natural de Cagliari.
Pedro Raxis "El joven" destaca en sus primeros años como dorador o estofador. Su labor se inicia en Granada, formando parte de la escuela granadina, donde ayuda a su tío Pablo de Rojas. Su labor como dorador, la resalta Francisco Pacheco en su libro "Arte de la Pintura", al hablar de la técnica del estofado.
A partir de  1585, está documentado que trabaja en Úbeda con Gabriel Rosales en la bóveda del Hospital de Santiago. Posiblemente con Rosales compartiese los frescos de Villacarrillo, aunque esta colaboración no está documentada.
Muere en 1628.

Las bóvedas de la Asunción de Villacarrillo
Francisco Coronado Molero en el número 0 de la revista AHISVI le da los siguientes nombres a las bóvedas: de los Profetas, de los Doctores de la Iglesia, de los Evangelistas y de Las Sibilas. Esta denominación se basa en las figuras de las pechinas que conforman la bóveda.
Yo me referiré a ellas por su temática. La primera, la de los Ángeles o primeros mensajeros que anuncian al son de trompetas, lo que ocurrirá. La segunda dedicada a Jacob, el padre del pueblo de Dios. La tercera a María, la Amada, la Elegida por Dios como madre de su Hijo. La cuarta a Jesús, El Mesías, El Salvador, El Redentor.
La estructura es idéntica en las cuatro. Sobre las pechinas, se simula una doble moldura pétrea que encierra un friso decorativo. Sobre este friso se haya el cuerpo principal en el que el maestro Raxis, por medio de la pintura  nos narra la historia del pueblo de Dios. Las escenas se cierran con otro friso idéntico al de la base y que sirve de arranque a la linterna. Los dos frisos  encierran una decoración  geométrica y con incrustaciones.


                                          Bóveda de los  Ángeles
Arranca de cuatro pechinas dedicadas a los profetas David, Daniel, Ezequiel y Moisés. Son cuatro figuras de gran fuerza, como cuatro esculturas que soportan el peso de la bóveda. Nos recuerdan a los artistas  del cinquecento italiano.
El cuerpo principal de la bóveda está dividido en dieciséis franjas radiales. Ocho de ellas, en tonos siena,  en las que se representan a los Ángeles músicos con instrumentos variados. Sus ropas con numerosos plegados dan a todas las figuras un marcado  movimiento y resaltan los volúmenes. El color utilizado da fuerza y calidez a la figura.
Las otras ocho franjas, son más estrechas y en cada una de ellas aparece una hornacina con figuras desnudas o semidesnudas, en las que se pueden observar buenos estudios anatómicos y actitudes muy clásicas. Sobre las hornacinas aparecen medallones con rostros de ángeles. El color utilizado es el grisalla, y con él,  el artista consigue lo deseado, dar un efecto de relieve mediante un claroscuro muy matizado. Con esta gama cromática, el artista no busca calidez como en las escenas principales, lo que busca es una aproximación al color de la piedra. De esta forma las hornacinas semejan estructuras de piedra que concuerdan de manera natural con los sillares que conforman el arco.


                                          Bóveda de Jacob
En las pechinas aparecen cuatro medallones o tondos con las figuras  de San Ambrosio, San Agustín, San Gregorio y San Jerónimo, Padres de la Iglesia. El color utilizado es el ocre amarillento para simular relieves en piedra. El circulo del medallón y las enjutas están decorados con tacos geométricos de color rojizo y triángulos con molduras simulando mármoles jaspeados.
En la zona central aparecen cuatro escenas bíblicas. Podemos considerar como primera escena, el Sacrificio de Isaac, padre de Jacob. La segunda, Isaac bendiciendo a su hijo Jacob, protagonista principal. La tercera Labán y Jacob, en ella se hace referencia al encuentro de Jacob con su tío Labán y padre de sus dos mujeres Lea y Raquel.  La última escena Rebeca y Eliezer, la madre de Jacob y el esclavo que la encontró por orden del patriarca Abraham.  Las cuatro escenas tratadas en tonos amarillentos y sus personajes expresando un acusado movimiento. Las escenas del Antiguo Testamento están separadas por otras cuatro zonas con hornacinas enmarcadas por columnas y en ellas personajes bíblicos.


                                          Bóveda de la Virgen
En esta bóveda se enriquece la policromía y las escenas que se narran aparecen con gran riqueza cromática. En las pechinas, dos con fondo verde y otras dos con fondo azul, aparecen los cuatro Evangelistas: Mateo, Marcos, Lucas y Juan, con sus símbolos correspondientes. El hombre símbolo de Mateo ya que su evangelio comienza con la genealogía del Hijo del Hombre.  El león símbolo de Marcos, su evangelio comienza haciendo referencia a Juan el Bautista “Voz que clama en el desierto”; esa voz equivale al león. El toro es el símbolo de Lucas su primera referencia evangélica es a Zacarías y su sacrificio. El águila es el símbolo de Juan, su evangelio se eleva por su abstracción y carácter teológico por encima de los demás como el águila en el cielo. Esta simbología en arte es lo que se conoce con el nombre de Tetramorfos.
En el cuerpo central de la bóveda aparecen ocho medallones unidos entre sí formando una cadena sin principio ni fin. Se representan ochos escenas y en todas aparece la figura de la Virgen. Estas escenas hacen alusión a los momentos en los que María juega el papel para el que ha sido designada por Dios:  Desposorios,  Anunciación, Visitación, Natividad, Adoración de los Magos, Presentación en el templo, Huida a Egipto y El Niño perdido y hallado en el templo. Predominan los colores cálidos. Todas las escenas presentan gran realismo. Los ropajes de todas las figuras se pliegan con naturalidad dando sensación de movimiento. La perspectiva la consigue el autor de forma muy variada. A través del paisaje, en la huida a Egipto. Puertas que se abren al fondo, como en la Adoración. Arquitecturas que enmarcan la escena, es el caso de la Visitación o el Niño perdido. Y en todas ellas el color es el elemento esencial.
En los espacios triangulares  que quedan entre los medallones aparecen cabezas de ángeles en la parte inferior y candeleros también angelicales, en la superior.


                                                Bóveda de Jesús
En las pechinas de esta bóveda aparecen las Sibilas de Cumas, Samos, Delfos y Eritrea, con sus correspondientes cartelas en las que se pueden leer en latín sus profecías. Desde mi punto de vista son las mejores figuras de todo el conjunto de las bóvedas por sus expresividad, movimiento y volumen. Pienso, sin dudar,  que Raxis conocía las pinturas del gran Miguel Ángel  Buonarroti y es en estas figuras en donde creo que mejor se observa la influencia de los clásicos italianos.
El tema central de esta bóveda se desarrolla en seis escenas en espacios rectangulares, separados por seis figuras de atlantes o telamones, que dan gran consistencia al conjunto pictórico.
Podemos considerar como tema de inicio  Jesús despidiéndose de su Madre, antes de iniciar su pasión. Solo dos figuras aparecen en la escena: Jesús,  que expresan muy bien la fuerza y el valor que va a necesitar gracias a los tonos cálidos utilizados, y María representada en  tonos más fríos y en actitud recogida.
La escena siguiente es la Última Cena, Judas aparece resaltado en un primer plano delante de la mesa. En la escena hay que valorar además de la actitud de los personajes, las naturalezas muertas que aparecen sobre la mesa.
En tercer lugar la Oración en el Huerto, donde Jesús aparece arrodillado y suplicante, los apóstoles dormidos y un ángel rodeado de un halo de luz le entrega la cruz del sacrificio.
Le sigue otra representando a Jesús con la cruz, en una de sus caídas.
A continuación una escena muy manierista dos momentos distintos, dentro de la misma obra. La escena de Jesús crucificado con María, la Magdalena y San Juan a los pies de la cruz, aparece alejada en el espacio; mientras en primer plano se muestra la escena del Descendimiento con Jesús muerto en los brazos de su Madre, rodeados por  Juan y las santas mujeres.
La última escena es la Resurrección. La figura de Jesús aparece triunfante con una aureola luminosa y en actitud quizá demasiado manierista por la composición del movimiento.
Esta bóveda se puede considerar la principal, tanto por la situación dentro del edificio, como por el tema. Es el final.
Raxis emplea aquí todos los colores posibles lo que hace que el conjunto aparezca como una rica policromía. La figura de Jesús la resalta a través del color. En las cuatro primeras escenas, siempre aparece vestido con un color rojo oscuro para expresar la fuerza que va a necesitar en su entrega por nosotros. De las seis escenas dos ocupan espacio doble, la de la Cena y la Muerte, y se puede interpretar como un homenaje a dos momentos fundamentales para el cristianismo: La Institución de la Eucaristía y la Redención de nuestros pecados con la muerte del Cordero. Posiblemente fuese también la última en la ejecución sobre todo por los detalles manieristas que aparecen en ella.

                                           
                                              Bóvedas laterales
                  
Se intuía, por referencias y por la aparición de manchas de color cuando había humedades, que las bóvedas laterales debían de estar decoradas también con frescos renacentistas. Gracias al empeño de numerosos campiñeses y al empujón final de los componentes de la revista AHISVI, en 2005 se descubren las pinturas de tres bóvedas de la nave de la epístola. En diciembre de 2009, se iniciaba la restauración. En abril de 2010 se acaba con la recuperación de dos de ellas. La tercera no se toca por falta de presupuesto. La restauración la realiza la empresa  "Julia Ramos Restauración del Patrimonio S.L" de Granada. Intervienen ocho técnicos bajo la dirección de Julia Ramos.
En las tres, la decoración se adapta a la estructura rectangular de la bóveda baída. Predominan los colores cálidos en las figuras, que resaltan más aún sobre fondos fríos, azules y verdes. En todas ellas, al igual que en las de la nave central, los enmarques simulan estructuras pétreas.
En la primera, que precede a la Capilla de la Sagrada Familia,  dos círculos concéntricos encierran un falso óculo de donde pende una lámpara. Un rectángulo tangente a ellos por los lados mayores. Entre los lados menores y el círculo, dos medallones de orantes, portados por ángeles. Otros ocho recuadros de distintos tamaños con figuras reclinadas en los dos mayores y medallones y ángeles, en los pequeños,  ocupan el resto de la bóveda.
La segunda bóveda, que precede a la capilla del Cristo de la Vera Cruz, tiene la misma estructura decorativa que la primera, aunque con una novedad, que la parte más exterior, y en sus lados menores, presenta diez recuadros con rica decoración figurativa, entre la que podemos destacar las figuras de Cristo atado a la columna y la del Buen Pastor.
La tercera, aún sin restaurar, tiene una estructura idéntica a sus compañeras.

2 comentarios:

  1. Amigo Ginés, cómo se ve que vas dominando poco a poco este tema, el del blog, el arte y la literatura siempre lo has hecho. yo he estado alli y me maraville de esa iglesia, con tu decripción y aunque no hubiera fotos, volveria a disfrutar y verlas. Saludos, Javier.

    ResponderEliminar
  2. Definitivamente Ginés, tengo que visitar la Iglesia de la Asunción. La arquitectura de Andrés de Vandelvira y las pinturas de Pedro Praxis se complementan un monumento que merece ser admirado. Felicidades por la publicación, y estoy encantado de que hayas reiniciado con tanta fuerza la publicación de tus "Vicencias e Ilusiones" en tu "Cajón de sastre". Seguiré atento a ellas.

    ResponderEliminar