martes, 13 de febrero de 2018

LUGARES DE MI INFANCIA. LOS MÁS FAVORITOS.

A unos amigos, de Villacarrillo como yo, les dedico esta entrada ya que me  han pedido que les informe.
Haré como los toreros. Miguel Moya, Juan Gabriel Barranco, Carlos Garcia de Zúñiga, Francisco Montañez y Julián Ramos: ¡¡¡va por vosotros!!!
De los nombrados a Juan Gabriel y Francisco los conozco personalmente; Julián es casi de la familia, lo vi nacer como a mi sobrino, su tocayo; a Carlos no le conozco, pero lo conoceré, y. Miguel, ¿que voy a decir de Miguel? es el que me ha metido en el remolino de mis recueros y tengo ganas de darle un abrazo.

Empecemos con el lugar por excelencia, ese cruce de la carretera con la cañada ganadera y que se llama Venta los Cepos, nunca fue venta, si capturó mi cariño, quizá por eso es mas conocida como Fuente de los Cepos La foto está tomada desde El Tomillar, monte bajo cercano al Santísimo (Francisco, ¿lo conoces?), siempre huele bien por la abundancia de la mata que le da nombre, cada vez menos abundante. 
No se ve la orujera, mi orujera (aunque no es un mi de propiedad). Si se ve el cortijo de enfrente en el cual siempre hubo encargados o arrendatarios con los que hicimos buena amistad: Mateo y Luisa, la familia De la Blanca Berlanga, familia Bonachera y los Fernández Cano, los mas cercanos en el tiempo y a los hijos que viven, cuando los veo, me da mucha alegría. 

La última foto que tengo de la Orujera de Los Cepos
 Se ve muy bien la cañada, que nos llevaría a Pincaire el Viejo y Santa Marina. A la derecha las olivas de la Cruz, yo prefiero llamarlas olivas de Garbillo. Miguel, ¡cuidadito con los tropezones! que vas solo y hay muchas piedras, aunque las tienes muy bien arregladas. También a la derecha, un camino nos llevaba al Pozo Mansegar y a Pincaire el Nuevo. Carlos, me has liado un poco, posiblemente este sea el cortijo que tu llamas de don Fernando. A sus pies, pero bastante lejana, está la Fuente María José. Siempre le hemos llamado Pincaire. En él vivieron mis abuelos algún tiempo, antes de trasladarse al Santísimo. Yo conocí viviendo en él a Pedro Perín con su familia, que por cierto era un gran sacrificador de cerdos para las matanzas. Ese cortijo siempre perteneció a la familia Gallego. Quiero recordar que por algún lado lo he visto denominado como Cortijo de don Carlos
A la izquierda, las cañada tiene un desvío, que nos lleva al cortijo de Los Calares, cortijo de muleros y operarios de la finca, perteneciente a la propiedad que primero hemos nombrado. Hoy rodeado de pinos, antaño algunos almendros. (Juan Gabriel, hoy te esconderías mejor y pondrías a todo el mundo mas nervioso).
Cortijo de los Calares. Foto de Miguel Moya

Desde el cortijo de los Calares, en la panorámica, se ve el camino que lleva a la Alberca Redonda, dos manantiales le surten de agua y estos mismos manantiales abastecían  a los dos cortijos de los Cepos. Siempre que paseo por allí me gusta ir a probar sus aguas, que siguen manando.

Sigamos nuestra ruta hacia la loma colindante. 



Ruinas del cortijo que mi familia siempre llamó Cortijo de la Santa. La chimenea de la orujera resalta por encima de estas ruinas, el zoom ha hecho que aparezca cercana. A este cortijo se sube por una vereda que partía de la carretera a la derecha, en la vaguada siguiente de la alberca redonda. También tenia un venero acuífero, hoy desaparecido, que servía a los vecinos del cortijo para cultivar un pequeño huerto y suministrarse de agua, eso si, subiéndola con acémilas, pues hay una fuerte pendiente hasta llegar al cortijo. Desde los Calares se llega fácilmente, pues las lomas en su parte mas alta se unen de manera llana. En este cortijo vivieron dos familias de manera independiente Los Madriles y los Serreños. Los Madriles estaba formada por Alfonso e Isabel, con su madre, Santica, que para nosotros daba nombre al cortijo. Tenían varios hijos: Pascual, Juanito, Teresa, Presenta, Isabelita y alguno más. La familia de los Serreños, no recuerdo bien sus nombres, y, eso que eran de nuestra familia, ¡maldita memoria!

Damos el salto a la tercera loma, desde ella ya nos descolgamos rápidamente al Puente del Condado. Julián, ¿cuantas veces has subido y has bajado por esas pendientes? Hoy, allí hay un vértice geodésico llamado el Acebuchal, para mi, siempre será el Cortijo de Simón.


Aqui existía un grupo de viviendas unidas,  en las que recuerdo a tres familias: Simón, que le daba nombre al cortijo, Villamón y la tía Peñica; todos ellos con su prole. A este cortijo se accedía desde las revuelta de los espinos o "cambrones". La revuelta de las historias de encantadas, perros que crecían o desaparecían por arte de "biribirloque". Hasta se hablaba de un tesoro escondido, que en mi niñez se de alguien que lo intentó buscar.

Volvamos hacia nuestro punto de partida: Los Cepos.  Regresemos a nuestro pueblo. Por el camino  recordaremos el Cortijo de Mañas, que ya no queda rastro de él y su monte se lo está engullendo la grabera (sea por el bien de nuestras comunicaciones), Majaverdela Poveda, vivo hasta hace poco, hoy también cayéndose. Otro día podremos irnos hacia Herrera, San Rita, California, y muchos más. Visitar la Estación, que jamás funcionó, la Casería del Prior, Vadillo  y más, ya os lo dejo a vosotros.
Aqui os dejo unos recuerdos, yo los miro con pena, pero con mucho cariño. La Chimenea no la pongo, pues mi blog está todo rodeado por ella.

Castaño de indias con más de cien años

                                                                                      Estado actual




3 comentarios:

  1. Muy bueno e ilustrativo, como siempre. Enhirabuena

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  2. Gracias Javier, nunca fallas. He confeccionado la entrada para un grupo de amigos de Villacarrillo que me lo habían pedido y ya sabes como soy y se lo he brindado

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  3. Los amigos saben a quien dirigirse porque saben que van a tener resultado, y de los buenos. Tienen que estar súper encantados.

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